Publicado por el Sep 9, 2011 en Concursos de Acreedores, General, Mercantil, Noticias prensa |

Las mayores firmas de abogados se están viendo obligadas a rechazar asesoramientos en concursos por las incompatibilidades de sus clientes. Los despachos medianos son los grandes beneficiados.

Las firmas jurídicas siempre han tenido que ser muy cautelosas para evitar conflictos de interés. A las grandes compañías nunca les ha gustado ver a su bufete, aquél en el que confían para llevar a buen puerto negocios de millones de euros, defendiendo a otras grandes empresas del mismo sector o incluso en la parte contraria en temas distintos.

Para combatir estos problemas, los bufetes han creado equipos que cuentan con los mejores medios para estudiar los asuntos y que crean bases de datos de última generación de sus clientes e, incluso, de la contraparte, como bien reflejaron los expertos que se dieron cita en un foro en la Fundación para la Investigación sobre el Derecho y la Empresa (FIDE) sobre los conflictos de interés de los despachos.

Sin embargo, cuanto mayor sea un despacho, más problemas de incompatibilidades con clientes se presentan y más aún en los asuntos concursales, ya que en estos procesos hay muchas entidades financieras como acreedores. Las grandes firmas jurídicas se están viendo obligadas a rechazar el asesoramiento de muchos concursos porque siempre se presenta alguna incompatibilidad con alguno de los acreedores, y en estos casos las grandes beneficiadas están siendo las firmas medianas o boutiques.

Los conflictos pueden ser de interés si hay información confidencial, con lo que las barreas son deontológicas o comercial si el riego es la pérdida de un cliente.

José María Segovia, socio presidente de Uría Menéndez, recomienda, en el caso de los concursos de acreedores, que “si un banco solo es acreedor del 90%, no tomar el asunto si genera un conflicto de interés”.

Las dudas surgen cuando esas entidades financieras acreedoras únicamente tienen porcentajes pequeños en la operación. Es en estos casos cuando las firmas, sobre todo las grandes, intentan establecer medidas como las denominadas murallas chinas que permitan no rechazar asesoramientos que les generan ingresos cuantiosos. Pero, como apunta Segovia, “esto se puede hacer siempre cuando se mantenga una exquisita objetividad: con dos equipos distintos dentro del despacho, pero nunca debería hacerse en litigios. No creo posible defender una muralla china en un tema contencioso”.

Por su parte, José Ramón Martínez, socio director de Práctica Profesional de Garrigues, explica que el despacho en los concursos hace “una valoración caso a caso. Y, a veces, aun siendo cliente alguno de ellos en otros temas, esos acreedores no tienen inconveniente en que lo lleves pues prefieren que sea alguien cuya seriedad ya conocen”.

A la larga, creen los abogados, los clientes valoran más la seriedad que los despachos que se apresuran a asesorar en concursos.

En esta línea, Segovia añade que, igual que los bufetes grandes sufren más conflictos de interés, también las empresas grandes son más generosas con el mismo tema. Al cliente pequeño le cuesta mucho. Y en provincias es todavía más complicado”.

Conflicto con auditoras
Otro de los temas tratados en el foro de FIDE fue el eterno conflicto entre los despachos de abogados y las ramas legales de las auditoras. Segovia apuntó: “Siempre hemos dicho que firmas que asesoran en auditoría no deberían ofrecer servicios legales. Es tan simple como que haya dos listas; en una, los que auditen, y en la otra, los demás que no auditen. El balón está en el aire. La batalla la han ido ganando los auditores, con más marca en muchos sitios”.

Para José Ramón Martínez, “es un problema de credibilidad del auditor y será el cliente el que tenga que decidir. En la práctica, es difícil regularlo”. Por su parte Santiago Barrenechea, socio director de PwC Tax & Legal, “lo importante es que los clientes puedan resolver asuntos complejos, con la implicación de diferentes profesiones”.

Por último, los abogados que participaron en el foro también debatieron sobre si hay abogados que animan a sus clientes a pleitear por propio interés. Así, Javier Fernández-Samaniego, socio director de Bird & Bird, explicó que “hay abogados que no están interesados en la solución del pleito sino en seguir hasta el Supremo, ya que piensan más en sus intereses que en los del cliente”.

Y contó que se ha encontrado “casos en los que el cliente quería pactar y el abogado contrario alegaba que no era posible el pacto pero, sin embargo, al hablar directamente con la parte contraria sí se acabó pactando y llegando a una solución extrajudicial”.

 Fuente: expansion.com